jueves, 28 de julio de 2011

Zelarrayán!


La Gran Salina


La locomotora ilumina la sal inmensa,
los bloques de sal de los costados,
los yuyos mezclados con sal que crecen entre las vías.
Yo vacilo....
y callo....
porque estoy pensando en los trenes de carga
que pasan de noche por la Gran Salina.
La palabra misterio hay que aplastarla
como se aplasta una pulga,
entre los dos pulgares.
La palabra misterio ya no explica nada.
(El misterio es nada y la nada no se explica por sí misma.)
Habría que reemplazar la palabra misterio
(al menos por hoy, al menos por este "poema" )
por lo que yo siento cuando pienso en los trenes de carga
que pasan de noche por la Gran Salina.
La pera trepida en el plato.
La miel se desespera en el frasco cerrado,
para desesperación de las moscas que le acechan posadas al vidrio.
Pero yo no me explico
y hasta ahora nadie ha podido explicarme
por qué me sorprendo pensando
en la Gran Salina.
El hombre de chaleco del salón comedor
se ha quitado los anteojos.
Los anteojos trepidan sobre el mantel de la mesa tendida.
Todo trepida,
todo se estremece,
en el tren que pasa a mediodía por la Gran Salina.
Yo me he sorprendido mirando
la sombra del avión que pasa por la Gran Salina.
Pero eso no explica nada.
Es como una gota que se evapora enseguida.
Hay que distraerse, dicen.
Hay que distraerse mirando y recordando
para tapar el sueño
de la Gran Salina.
Un piano colgado como una araña del hilo
se ha detenido entre los pisos doce y trece...
Un camión pasa cargado de ventiladores de pie
que mueven alegremente sus hélices.
En 1948, en Salta,
fuimos de noche a cazar vizcachas y ranas,
y la conversación se apagó con el fuego del asado,
abrumados como estábamos por el cielo negro
y estrellado.
Nerviosamente encendíamos y apagábamos las linternas
hasta quedarnos sin pilas.
Tampoco puedo explicarme por qué sueño con pilas de linternas,
con pilas para radios a transistores.
Ni por qué sueño con lamparitas de luz,
delicadamente guardadas en sus cajas respectivas.
Ni por qué me sorprendo mirando el filamento roto
de una lamparita quemada.
Nunca he visto...
nunca he podido imaginarme
la lluvia cayendo sobre la Gran Salina.
Yo no tengo objetivos pero me gusta objetivar.
Desde chico intenté cortar una gota de agua en dos
(con una tijera).
Aún hoy intento,
apartando las cosas de la mesa
o ahuyentando amigos,
imitar, imaginarme, la lluvia sobre la Gran Salina.
Tomo una plancha caliente y le salpico gotas de agua.
Pero aunque pueda imaginarme todo,
nunca podré imaginarme
el olor a salina mojada.
Anoche llegué a mi casa a las tres de la mañana.
En la oscuridad, tropecé con un mueble...
y allí nomás me quedé pensando
en lo que no quería pensar...
en lo que creía bien olvidado!
Pero en realidad me estaba escapando
del sueño estremecedor de la Gran Salina.
Y ahora me interrogo a mí mismo
como si estuviera preso y declarara:
"La Gran Salina o Salina Grande
está situada al norte de Córdoba,
cerca (o dentro, no recuerdo)
del límite con Santiago del Estero."
Estoy mirando el mapa...
pero esto no explica nada.
La caja de fósforos queda vacía
a las cuatro de la mañana
y yo me palpo a mí mismo, desesperado,
con el cigarrillo en la boca...
Habría que inventar el fuego, pensarían algunos.
Yo en cambio pienso en los reflejos del tren
que pasa de noche junto al río Salado.
No puedo dormir cuando viajando de noche
sé que tengo a mi derecha
el río Salado.
Paro aún así sigo escapando del gran misterio...
del misterio de la sal inagotable de la Gran Salina.
Recuerdo cuando arrojábamos impunemente naranjas chupadas
al espejo ciejo y enceguecedor de la Gran Salina.
A la siesta, cuando la resolana enceguece más que el sol.
Esperábamos llegar a Tucumán a las siete
y a las dos de la tarde tuvimos que cambiar una rueda
junto a la Gran Salina.
Un diario volaba por el aire...
el sol calcinaba las arrugadas noticias del mundo
del diario que caía sobre la Gran Salina.
Y vi pasar varios trenes
y hasta un jet...
Los pasajeros de los Caravelle
o de los Bac One-Eleven,
no saben que esa mancha azulada,
que a lo mejor están viendo en este mismo momento,
desde ocho mil metros de altura,
esa mancha azulada que permanece durante escasos minutos,
es la Gran Salina,
la Salina Grande.
Pero el jet anda muy alto.
La Gran Salina no conoce su sombra que pasa.
Los pasajeros del jet duermen...
se sienten muy seguros.
En el jet no hay paracaídas.
Los jets no caen. Explotan.
Hace unos años,
un avión que no era un jet volaba, creo, sobre Santa Fe.
De pronto se abrió una puerta
y una camarera tuvo que obedecer calladita
a las sagradas leyes de la física,
y demostrar su inequívoco apego a la ley de la gravedad.
Una ley dura como las piedras metidas en la boca de Demóstenes
que, según dicen, hablaba mucho.
Aquí hay que hacer un minuto de silencio.
Primero, por la dócil camarera sin cama del avión.
Después, por las palabras muertas,
muertas por no decir nada...
misterio, por ejemplo,
que sirve para no explicar lo inexplicable,
lo que yo siento cuando pienso en la Gran Salina,
lo que traté de no pensar un día que caminaba por la Gran Salina
tratando de distraerme y de no pensar dónde estaba,
escuchando una canción de Leo Dan
que pasaba LV12 Radio Aconquija
y el Concierto en sol de Ravel por la filial de Radio Nacional.
¿Qué pensaría Ravel, el finado,
si caminara como yo en ese momento
por la Gran Salina.
Ravel, púdico sentimental,
te imagino tocando el piano que hoy vi colgado
entre el piso 12 y el piso 13.
Sí, pobre Ravel de 1932
con un tumor en la cabeza que ya no lo dejaba componer.
Ravel tocando solo,
de noche (pero eso sí, absolutamente solo)
los "Valses nobles y sentimentales" en medio de la Gran Salina.
Estoy seguro que se hubiera interrumpido
al escuchar el silbato lejano de la locomotora,
para ver el haz de luz a la distancia
y la penumbra sobre la Gran Salina.
Días pasados fui al Hospital.
Hace años yo andaba por allí,
despreocupado y con mi guardapolvo blanco.
Pero ahora, de simple paciente,
sentí el ruidito angustioso
!Trank!
de la máquina de sacar radiografías.
!Y que pase otro! gritó el enfermero.
Pero el otro no podrá explicarme
por qué tengo sed,
por qué voy detrás del agua cautiva de la botella
y de la sal capturada en el salero,
yo, tan luego yo,
capturado en el sueño de la Gran Salina.
Un amigo, alto funcionario estatal,
me ofreció su pase libre para viajar por todo el país.
Total, me dijo, es un pase innominado,
cualquiera lo puede usar...
si se lo presto.
El pase sin nombre me deslumbró
como la marca de la cubierta que leí y releí
cuando cambiábamos la rueda junto a la Gran Salina.
Pero después pensé en Tucumán
(mi segunda provincia)
y en las vértebras azules del Aconquija
horadando las nubes blancas.
Ahora me entero que mi amigo,
el del pase sin nombre,
se separó de la mujer.
Aquí me callo...
Pero el silencio me hace pensar ahora
en lo que no quise pensar cuando miré el pase sin nombre que me ofrecían,
en lo que dejé de pensar hace un momento...
cuando vi pasar el ascensor con una mujer silenciosa
que no me quiso llevar.
Olvidemos el ascensor perdido
y pensemos de nuevo, de frente, en la sal
(cloruro de sodio)
y en el misterio...
Pero como nada es misterio
hagamos una traducción de apuro:
miss Terio
o miss Tedio
o chica rodeada de teros asustados
o algo por el estilo.
Pero no hay distracción que valga.
El ayudante de cocina del vagón comedor
se rasca la cabeza de tanto en tanto
pero sigue pelando papas sin distraerse
en el tren que se acerca a la Gran Salina.
Y el ascensor perdido con la mujer silenciosa
sigue recorriendo kilómetros entre la planta baja
y el piso quince.
El sastre de enfrente que ya comió
se asoma a tomar aire con el metro colgado en el cuello.
Yo pienso en comer, como se ve...
Son exactamente las 14 horas, 8 minutos, 30 segundos.
Y también, no sé por qué,
pienso en el acorazado de bolsillo Graf Spee
que en los comienzos de la última guerra
se suicidó antes que su capitán
frente a Punta del Este.
El Graf Spee yace a treinta metros de profundidad.
Ya nadie se acuerda de él.
Ni siquiera los hombres-rana
que bajaron a explorar sus entrañas.
Pero hasta los hombre-rana
salen a comer a mediodía.
Y a veces, para comer,
sólo se quitan las antiparras y los tubos de oxígeno.
Todavía hay gente que se asombra viendo comer a esos hombres...
con patas de rana.
Los hombres-rana reclaman al mozo la sal que se olvidó!
Dale!... Dale!
Hoy almuerzo con amigos
(si es que no se fueron).
Miraré de costado la sal y pediré pimienta en vez,
porque tengo miedo de quedarme callado,
ya se sabe por qué.
No quiero quedarme callado
ni distraerme,
ya se sabe por qué.
En realidad no se sabe nada
del sueño de la pilas,
de la lluvia sobre la sal,
de la chica del ascensor,
del sastre asomado con el metro colgado
o del tren que pasa de noche indiferente
junto a lo que ya se sabe
y no se sabe.
....................................................
....................................................
....................................................
Hace años creía
que "después del almuerzo es otra cosa"...
es decir que las cosas son otras
después del almuerzo.
Este poema (llamémoslo así),
partido en dos por el almuerzo
y reanudado después, me contradice.
No comí postre.
!Siento la boca salada!
Pero no voy a insistir.
El domingo pasado,
en casa de un amigo poeta,
conocí a un chileno novelista e izquierdista
que se fue a Pekín y que, posiblemente,
no vuelva a ver en mi vida.
Tímidamente, entre cinco porteños y un chileno izquierdista,
metí una frase de Lautréamont
que como buen franchute es uruguayo
y si es uruguayo es entrerriano.
Una frase (salada) para terminar (o interrumpir) este poema:
"Toda el agua del mar no bastaría para lavar una mancha de sangre intelectual"


lunes, 27 de junio de 2011

Antología de Paco Urondo

Gaviotas (de Historia Antigua (1950-1957))

Estas pequeñas aves marinas se reúnen a veces en las playas, en no muy grandes cantidades, a descansar quizás. Permanecen paradas sobre sus finas y ágiles patas dando cara al mar, mirándolo fijamente como viejos marineros que añoran, desde el sosiego de los malecones, quién sabe qué puertos. De pronto, pareciera que algo las inquieta y, como buscando la salvación, vuelan desesperadamente hacia su verde magnitud.

Pese a estar siempre en grupos, permanecen ocluidas en su soledad pues, al menos aparentemente, ignoran la presencia de sus compañeras y, es así, como tan solo cambian algunas pocas palabras entre ellas. Todo hace suponer, que existe una sola verdad y una sola preocupación en su mundo.

Remontan, de tanto en tanto, pequeños vuelos sobre el grupo, para luego posarse nuevamente y terminar así con lo que esto tuvo de desconcertante, siempre con la mirada detenida en su sentido magnífico. A veces vuelan en dirección contraria, pero estos vuelos son intrascendentes. De inmediato todas, a pasos cortos y donosos, se acercan hasta la proximidad mayor que las olas les permiten, cerciorándose de que el mar no las ha abandonado aún.

Cuando divisan o presienten -pues aún no se ve- algún barco en el horizonte, se lanzan en un vuelo irreductible.

Indudablemente, la costa es circunstancial para ellas.



Historia Antigua (de Historia Antigua (1950-1957))

Es cuando la tarde arremete.

Cuando el sudor se complica con los recuerdos, la sangre y los sueños.

Es cuando no sabemos de qué lado estar.

Pero no hay que alarmarse, nos quedamos hasta que las velas ardan.



Bar "La Calesita" (de Historia Antigua (1950-1957))


Es el fondo de un bar. Es un lugar parecido a una cueva donde uno se sienta, bebe y ve asar a hombres enrarecidos por distintos problemas. Es una gran linterna mágica.

Es una gruta retirada del mundo que cobija a sus criaturas. Uno se siente allí ferozmente feliz.

Acaba de aparecer el primer hombre, apenas ha aprendido a caminar, aún no sabe defenderse.

El hombre sonríe y llora y sigue la fiesta.



El tiempo, sigue (de Lugares (1956-1957))

la tarde se va
y los colores
y el agua
y ese aire
entre nosotros

ese soplo
que nos rodeaba

cómo vivir
sin ese sol
con este desaliento

qué penoso hablar
tocar un árbol

qué veremos después
más hermoso y más lento.



Parques y jardines (de Del otro lado(1960-1965))

Como aquellas ciruelas tan orientales, en un farol
se balancea el ahorcado. Nadie
puede olvidarlo
como nadie olvida el sabor de los frutos exóticos.

Se desconocen los hechos
que liquidaron su tal vez limitada sabiduría, pero
todos comparten una certidumbre grotesca:
al sacar la lengua no tuvo tiempo de sonreír.

Un momento antes pudo hacerlo; estaba
entre amigos, lejos
de preocupaciones, y tenía entre sus cartas un envido real.

Sabemos qué consecuencias afrontan
los afortunados en el juego,
pero da lástima que con esas barajas
haya tenido este desgraciado fin.

Quienes representan al orden, no juegan.
Es eficiente la Policía Federal; sus
oficiales están bien educados, estudian
diversas tomas, saltan,
aprenden algunas técnica de la astucia y del contragolpe.
Es un cuerpo eficiente, pero inoportuno.

Llegó después que el pobre ahorcado sacara la lengua.
Tarde llegó.
Tarde has piado.

Una pareja alcanzó a verlo con vida; su
cuerpo temblaba,
como en la pubertad se estremecía, y
la pareja huyó: ella
había olvidado algunas prendas
y comenzaba a sentir frío.

No conviene que el frío entre por allí;
Dios ha destinado ese lugar para otros visitantes,
por más ahorcados con los que uno tropiece en su vida.

Él también tendrá frío en todas partes.
También allí tendrá frío para siempre: el eterno
silencio, el eterno frío
de la muerte, se ha hecho cargo de su virilidad.
Si no hubieran llegado tarde; de
no estar ahorcado, él arrasaría
el corazón de una fugitiva
y ella lo hubiese amado con tierna delicadeza.
Pero es demasiado tarde.

Tarde llegó la patrulla, demasiado tarde
con el oficial que ha seguido estudios,
que tiene la valentía de no usar prendas femeninas;
de no llegar tarde;
de no sacar la lengua.

¡Ah el césped, el blando césped del Parque Chacabuco!
¡Cuántas prendas interiores,
cuántas virginidades,
cuántos ahorcados ha visto desaparecer!

La lengua crece;
está erecta, por poseer la noche resbaladiza del parque;
las horas pegajosas de este mundo.
El viento mece y revela las formas olvidadas; balancea
el cuerpo del ahorcado y
estremece el de una pobre muchacha.

Ella va errando por el parque;
porfía en encontrar su prenda olvidada.
Anda entre las sombras sangrientas
y no puede evitar que el frío se le vaya escurriendo
por la comisura más honda de los muslos.

Ya no hay ahorcados ni policías. Tampoco
de esas violaciones que tanta curiosidad despiertan.

Se han llevado los objetos perdidos,
los cuerpos sin dueño y sin temblores;
la burla de los muertos.

Todo está en orden con la salida del sol;
los niños juegan,
los pajaritos cantan.



Milonga del marginado paranoico (de Poemas Póstumos (1970-1972))

Parece mentira
que haya llegado a tener
la culpa de todo lo que ocurre
en el mundo; pero es así. Han tratado
de disuadirme psicólogos y sociólogos de mi tiempo,
me han dado razones de peso técnico largamente
formuladas y
parcialmente ciertas. Pero
yo sé que soy culpable de los dolores
que aquí siento y recorren el mundo; de las soledades
que lo van vaciando: quisiera saltar
como Juan L. Ortiz, vociferar
como Oliverio Girondo, pero: primero, ellos me ganaron
de mano; segundo, no me sale bien y aquí
empieza todo nuevamente: otro sufrimiento
igual a diapasones y recursos
que conozco perfectamente y que no vale la pena
repetir: primero, para no emularlos; segundo, porque tendré que ir
reconociendo que no he sabido
hacerme entender. Y esto es agudo como un ataque
que nos traga la lengua; pido entonces disculpas
por la mala impresión, por las exageraciones.



Murió Salvador Allende… (de Cuentos de Batalla (1973-1976))

Murió Salvador Allende y se abrieron
otra vez las heridas apocalípticas de Nicaragua,
de Brasil, de Guatemala, de Bolivia, de todo el territorio
sur y central del continente. Las montañas se hundieron, los ríos
se secaron; murió Pablo Neruda y todas las palabras
cambiaron de significado; el Perro Olivares, tal vez el Negro Jorquera, tan
risueño, la clase trabajadora
fue asesinada en todo el mundo y nadie
salió a defenderla en Chile y ella apenas sabía
hacerlo cuando el exterminio
es la voluntad del ejército imperial. Y ya se han secado
los ríos, las montañas se han derrumbado, las vacas
y las iguanas han abortado pájaros muertos en pleno vuelo, la lengua
entera se ha quedado sin respiración, sin campesinos, el aire
sin luz, porque murió con su gente Salvador Allende, intrépido
como un muchacho, con las armas en la mano
como era de esperar ante tanta desgracia que se avecinaba.



¿Soy el poeta de la revolución? (de Cuentos de Batalla (1973-1976))

¿Soy el Poeta de la Revolución
acaso, como dice
por ahí –bromeando–
un compañero de cárcel? No. El poeta
de la Revolución es el Pueblo; pero el
pueblo concreto, de persona a
persona; el Viejo Ponce que
ayer cumplió años y casi
le revienta el corazón de alegría
cuando le cantaron La Marchita
Revolucionaria del Pueblo. La cantaron
como si fuera el Happy Birthday, y se fumó
un habano legítimo, regalado
por Fidel al Chicho, y por éste a
un amigo, y del amigo a mí y de mí al Viejo
Ponce, por la Gracia Divina. Ponce,
el viejo gladiador peronista,
es el Poeta de la Revolución.



Quiero denunciar… (de Cuentos de Batalla (1973-1976))

Quiero denunciar ante todos, publico
y clero, el robo de un par de anteojos, de alguna
camiseta sucia y pañuelo usado, un numero
impreciso de poemas que venía escribiendo
en los últimos años de esta guerra, un aparato
de televisor, discos, armas, souvenires
varios: un libro de Lenin, un disco
de don Pepe de la Matrona que me regalara
el Divino Divinsky por recomendación
del marqués del Cante, don Fernando
Quiñones, un asiento argelino, piedritas, cartas, dos botellas de vino
chileno, documentos reales y apócrifos y otras
cosas pequeñas pero queridas,
nada de esto, ni de otras cosas que
omito han reaparecido. Fueron
robados por la policía en mi domicilio, entonces
ilegal para ellos. Las armas perdidas ya
han sido debidamente detalladas; las largas
y las cortas, las buenas y las malas. Los
objetos eran comunes, como esos que se venden
por allí; los versos hablaban de una 11,25 que
ha dejado una marca en el nacimiento
de mi muslo izquierdo; otro hacía referencia
a los problemas de la balística en relación con
los sentimientos; uno recordaba el miedo
que tenía el sargento cuando
fuera atacado por sorpresa, y otros
temas que he olvidado por buenas razones. Algunos de
estos papeles desaparecidos por el miedo que la policía
metió a mucha gente, entre ellos a una mujer llamada
Lucila, que materialmente quemó uno que otro.
Otros fueron destruidos por la propia policía o los militares
de los servicios de informaciones que también me llevaron. Hago
esta denuncia, especialmente por la perdida
de armas y poemas, ya que ambas son irreparables, han
sido robadas al pueblo de la republica, a
quien materialmente pertenecían.



La verdad es la única realidad (de Cuentos de Batalla (1973-1976))

Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o
      de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente
el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso
      cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha
      hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse,
      a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.


Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973

sábado, 28 de mayo de 2011

Gelman/1

XCI (Cólera Buey, “Traducciones I. Los Poemas de John Wendell (1965-1968)”)

toda poesía es hostil al capitalismo
puede volverse seca y dura pero no
porque sea pobre sino
para no contribuir a la riqueza oficial
 
puede ser su manera de protestar de
volverse flaca ya que hay hambre
amarilla de sed y penosa
de puro dolor que hay puede ser que
 
en cambio abra los callejones del delirio y las bestias
canten atropellándose vivas de
furia de calor sin destino puede
ser que se niegue a sí misma como otra
 
manera de vencer a la muerte
así como se llora en los velorios
poetas de hoy
poetas de este tiempo
 
nos separaron de la grey no sé que será de nosotros
conservadores comunistas apolíticos cuando
suceda lo que sucederá pero
toda poesía es hostil al capitalismo



Hechos (Interrupciones 1, “Hechos”)

mientras el dictador o burócrata de turno hablaba
en defensa del desorden constituido del régimen
él tomó un endecasílabo o verso nacido del encuentro
entre una piedra y un fulgor de otoño

afuera seguía la lucha de clases/el
capitalismo brutal/el duro trabajo/la estupidez/
la represión/la muerte/las sirenas policiales cortando
la noche/él tomó el endecasílabo y

con mano hábil lo abrió en dos cargando
de un lado más belleza y más
belleza del otro/cerró el endecasílabo/puso
el dedo en la palabra inicial/apretó

la palabra inicial apuntando al dictador o burócrata
salió el endecasílabo/siguió el discurso/siguió
la lucha de clases/el
capitalismo brutal/el duro trabajo/la estupidez/la represión/la muerte/las sirenas policiales cortando la noche

este hecho explica que ningún endecasílabo derribó hasta ahora
a ningún dictador o burócrata aunque
sea un pequeño dictador o un pequeño burócrata/y también explica que
un verso puede nacer del encuentro entre una piedra y un fulgor de otoño o

del encuentro entre la lluvia y un barco y de
otros encuentros que nadie sabría predecir/o sea
los nacimientos/ casamientos/ los
disparos de la belleza incesante



Confianzas (Interrupciones 1, “Relaciones”)

se sienta a la mesa y escribe
«con este poema no tomarás el poder» dice
«con estos versos no harás la Revolución» dice
«ni con miles de versos harás la Revolución» dice

y más: esos versos no han de servirle para
que peones maestros hacheros vivan mejor
coman mejor o él mismo coma viva mejor
ni para enamorar a una le servirán

no ganará plata con ellos
no entrará al cine gratis con ellos
no le darán ropa por ellos
no conseguirá tabaco o vino por ellos

ni papagayos ni bufandas ni barcos
ni toros ni paraguas conseguirá por ellos
si por ellos fuera la lluvia lo mojará
no alcanzará perdón o gracia por ellos

«con este poema no tomarás el poder» dice
«con estos versos no harás la Revolución» dice
«ni con miles de versos harás la Revolución» dice
se sienta a la mesa y escribe



Somas (Interrupciones 1, “Relaciones”)

the times literary supplement dice:
"golpear genitales con todo el puño implicaría ruptura
   violencia y enorme daño para los órganos envueltos"
¿y aplicar la picana eléctrica en los genitales?
¿y quemar golpear el cuerpo tendido y volver a aplicar la
   picana eléctrica en los genitales?
¿y volver a quemar golpear el cuerpo tendido y volver a
   aplicar la picana eléctrica en los genitales?

no hay rías para los genitales varados en el sur
implicaría aplicaría
los genitales están implicados por acá
sufren aplicaciones ruptura violencia enorme daño por acá

los genitales se disiparon en la niebla de Londres
envueltos en las hojas amarillas del times literary supplement
la tinta los excitó
la tinta convirtió su rabia en hechos somáticos eróticos

acá lo somático es así:
aplican la picana eléctrica en los genitales
queman golpean el cuerpo tendido y vuelven a aplicar la
   picana eléctrica en los genitales
vuelven a quemar golpear el cuerpo tendido
   y vuelven a aplicar la picana eléctrica en los genitales

varados en el sur.



Nota I (Interrupciones 1, “Notas”)

Te nombraré veces y veces.
me acostaré con vos noche y día.
noches y días con vos.
me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
te mostraré mi rabioso corazón.
te pisaré loco de furia.
te mataré los pedacitos.
te mataré una con paco.
otro lo mato con rodolfo.
con haroldo te mato un pedacito más.
te mataré con mi hijo en la rnano.
y con el hijo de mi hijo / muertito.
voy a venir con diana y te mataré.
voy a venir con jote y te mataré.
te voy a matar /derrota.
nunca me faltará un rostro amado para matarte otra vez.
vivo o muerto / un rostro amado.
hasta que mueras /
dolida como estás / ya lo sé.
te voy a matar / yo
te voy a matar.


Nota II (Interrupciones 1, “Notas”)

Ya que moría mañana
me moriré anteanoche /
con un cuchillito fino
voy a cavar el 76
para limpiarle las raíces a paco
las hojitas a paco
clavado al suelo como una mula rota
gente que me quería ayudar /
después le toca al 77
para encontrar los ojos de rodolfo
como cielos terrestres
fríos fríos fríos
diseminados por ahí /
mirada vacía ahora
va a haber que trabajar
limpiar huesitos /que no hagan
negocio con la sombra
desapareciendo / dejándose ir
a la tierra ponida sobre
los huesitos del corazón /
compañeros denme valor /
la sombra vuela alrededor
como un objeto en mi pieza /
ni remedio que la pueda parar /
ni corazón ni nada /
ni la palabra nada /
ni la palabra corazón /
pañeros /compañeros.


Nota IV (Interrupciones 1, “Notas”)

el temor a la vejez ¿envejece?
el temor a la muerte ¿enmuerta?
¿qué estoy haciendo con los miles yo
de compañeros muertos?

¿me estoy enmuerteando yo?
¿acaso les temo/amados?
¿te acaso temo paco/cara
como una alegría humana?

¿o los envidio yo tal vez?
¿o los envidio yo tal vez?/
¡juntos como anduviéramos ahora
sin sufrir propio y ajeno?

¿pero por qué me lloro en vos-
otros pedazos de mi vida?
¿acaso puedo al fin llorar?
¿puedo por fin al fin llorar?



Nota VI (Interrupciones 1, “Notas”)

me pregunto qué sería
de la belleza de rodolfo ahora/
esa belleza en vuelo lento
que le iba encendiendo ojos/

si volaría o no volaría
esta vez que nos derrotaron
por soberbios y ciegosordos/
pero tal vez sí volaría/

o volaría triste triste
corriendo el mundo con la mano
para mostrar los compañeros
que cayeron por la belleza



Nota VIII (Interrupciones 1, “Notas”)

hasta mañana/compañeros/ahora
siguen las lógicas del muerto/
la pudrición/la descomposición/
hasta mañana hasta mañana/

aplaudiría al pajarito
que se volara de vos/rodolfo/
después de haber comido sangre
que resbalaba por tus lentes/

a la iguana llena de luz
que revisó las entrañas del
haroldo y comió de haroldo/
iguana rápida de luz/

será mañana que veamos
o nos veamos/no nos veamos/
o sea que muerto yo alcanzara
a ver tu talón/paco/brillar

bajo el suelo donde yacés
con calavera pensativa
por nosotros/pobres de vos/
talón nocturno crepitando

como políticas rabiosas
para matar al enemigo
hoy absolutamente hoy/
talón que pisa el tiempo y parte/



Nota IX (Interrupciones 1, “Notas”)

talmente llovió sangre/
sangre llovió por mi país
de las venas que el verdugo cortó/
del corazón que las recuerda/

hermanos en la sangre a navegar
cada día cada día cada día/
este viajar no nos conduce
al paraíso ni al infierno/

no vamos al paraíso/
no vamos al infierno/
¿a dónde vamos/sangre/
que cantás amada en la noche?

¿o como pájaro volás
de sangre a sangre/recordando/
o sea gorrión de resistir
al olvido/que ni una gota seque?

así navegamos/ciegos/
para que nadie se secase/
o volara de sangre a sangre
y pudiera cantar/cantar



Nota XII (Interrupciones 1, “Notas”)

A Manuel Scorza

los sueños rotos por la realidad
los compañeros rotos por la realidad/
los sueños de los compañeros rotos
¿están verdaderamente rotos/perdidos/nada/

se pudren bajo tierra?/¿su rota luz
diseminada a pedacitos bajo tierra?/¿alguna vez
los pedacitos se van a juntar?
¿va a haber la fiesta de los pedacitos que se reúnen?

y los pedacitos de los compañeros/¿alguna vez se juntarán?
¿caminan bajo tierra para juntarse un día como dice
manuel?/¿se juntarán/un día?
de esos amados pedacitos está hecha nuestra concreta
soledad/
per/dimos la suavidad de paco/la tristeza de haroldo/la
lucidez de rodolfo/el coraje de tantos

ahora son pedacitos desparramados bajo todo el país
hojitas caídas del fervor/la esperanza/la fe/
pedacitos que fueron alegría/combate/confianza
en sueños/sueños/sueños/sueños/

y los pedacitos rotos del sueño/¿se juntarán alguna vez?
¿se juntarán algún día/pedacitos?
¿están diciendo que los enganchemos al tejido del sueño
general?
¿están diciendo que soñemos mejor?



Nota XVII (Interrupciones 1, “Notas”)

entre otras cosas/la derrota
es fuente de toda humildad/confirma
la humildad de los compañeros que
cayeron por el pueblo/amándolo/

compañeros sucios de sangre
que comprendieron y sufrieron/
en la memoria acostaditos
para seguir buscando luz